Cusco: Capital del Imperio Inka

Aprovechando que estoy “encerrado” en el hotel, os voy a contar como está yendo el viaje por Perú.

La aventura comenzó el viernes día 18 de junio a las 20:30, antes de lo previsto y es que cuando llegué al aeropuerto para facturar, me encontré con que me adelantaban el vuelo Bilbo – Madrid, ya que tenía que hacer muchas conexiones (Bilbo – Madrid, Madrid – Lima y Lima – Cusco) y la chica del mostrador me dijo que dado que el avión que yo tenía era el último, ella me aconsejaba coger el anterior (que salía una hora antes).

En un principio le dije que no, que quería salir en el que tenía programado, porque aún no me había despedido de mis familiares, que estaban aparcando. Pero ella insistió y me dijo que si pasaba algo (refiriéndose claramente a una demora), que no iba a malgastar una hora, sino un día entero, porque en caso de perder la conexión Madrid – Lima, no había otro hasta el día siguiente.

Afortunadamente, mis familiares llegaron a tiempo para despedirse y tomé rumbo a Madrid. Pero casualidad de las casualidades, el avión salía con retraso, dado que la ruta Madrid – Bilbo (y viceversa) está registrando retrasos de hasta media hora. Vamos, que al final sólo malgasté media hora más en Madrid.

Ya en Madrid, llegó la tan temida tarea para mi de tener que pasar la aduana. Bueno, en realidad mi relación con las fuerzas de seguridad del estado (que dice Galder), no ha sido buena desde que hace un par de años tuve un encontronazo y un poco fuera de lugar con uno de ellos. A lo que iba, no sé si será por mi nombre, el lugar en el que vivo, por mis pintas o por todo junto, pero siempre suelo tener algún que otro “problemilla”: “a donde va usted”, “de donde viene usted”, tecleo de mi número de pasaporte en el ordenador para no se qué… pero esta vez, el señor Policía Nacional, fue bastante amigable e incluso me deseó buen viaje. Lo que son las cosas…

Tras más de 11 horas de vuelo, que se me pasaron rápidamente, ya que por segunda vez en mi vida, pude dormir durante el viaje; ya estaba en Perú, concretamente en Lima, su capital. Tocaba recoger la mochila, a pesar de que esta estaba facturada hasta Cusco, ya que tenía que pasar la aduana y por este motivo, la mochila, la tenía que recoger en Lima, para facturarla de nuevo a Cusco.

A las 8:55, quince minutos antes de lo previsto, aterrizábamos en Cusco, capital del Imperio Inka. Al principio estaba un poco acojonado, ya que la ciudad se encuentra a unos 3350 msnm y es habitual en la gente que no está acostumbrada a esas alturas sufra del mal de alturas o soroche. Para evitarlo, recomiendan hacer una pequeña aclimatación, en el caso de Perú, hacer el recorrido inverso al que yo voy a hacer (aunque discrepo al respecto y poco a poco lo veréis). Otra opción es subir montañas de más de 2500 msnm, para que el cuerpo se vaya acostumbrando a la diferente saturación del oxigeno en el aire. Si os soy sincero, yo sólo he estado una vez por encima de los 2000 msnm y fue el año pasado, cuando subí al Fuji en Japón. Aquella vez, si que me dio una especie de mal de altura, aunque el único síntoma que sufrí fue un cansacio extremo que apareció de la nada. Es posible que este fuera causado por la velocidad a la que subimos (6h para subir un desnivel de 1300 metros, empezando en una cota de unos 2400 msnm), ya que viendo como bajaban algunos a mitad de camino (alguno lo llevaban arrastrando), casi que descarto que fuera el soroche.

Para mi alivio, no tuve ni he tenido (hasta ahora) ningún problema de aclimatación y eso es bueno, ya que la gente suele tardar entre uno y varios días en conseguir que su cabeza no le duela, que su cuerpo funcione de forma correcta, que no vomiten…

Tras una ducha rápida, bajé a dar una vuelta a la Plaza de Armas, mientras esperaba a que vienesen a entregarme el billete (aka boleto) de autobús para dentro de unos días entre Cusco y Puno; para ver que se cocía. Casualidad de las casualidades, siendo esta época del año cercana al solsticio de Invierno (sí, sí, habéis leído bien: en el hemisferio sur ahora van a entrar / han entrado en el invierno), así que la plaza estaba llena de gente y había un desfile de no se qué.

Tras recoger el billete, tenía como unas dos horas hasta comenzar el “city tour” que le llaman y que consiste en visitar las cosas más importes de la ciudad. Pero mientras llegaba la hora, me fui en busca de Miguel Medina, cantante del grupo Doom DESPONDENT CHANTS para ver si me podía pasar una copia de sus disco. Estuve charlando con él un rato acerca de la escena en Perú (que poco a poco va creciendo) y ya me despedí de él hasta otro día para comprar un par de libros en la librería en la que trabaja; ya que había llegado la hora del “city tour”.

Mientras nos llevaban al punto de partida, estuve hablando un poco con un señor alemán (cada uno con su limitado inglés XD) que se hospedaba en el mismo hotel que yo. Hablamos un poco de Perú, motos e incluso de Gernika. Al llegar a la Plaza de Armas (punto de partida) nos separaron en varios grupos: unos grupos eran en inglés, otros en frances, otros en castellano… y poco a poco fueron enseñándonos los “puntos fuertes” de la ciudad: Catedral, Qoricancha, Sacsahuaman, Qenqo, Pukapukara y Tambomachay.

Como habéis leído, las dos primeras visitas que hicimos fueron a la catedral y al templo de Qoricancha, vamos un tostón (incluso estuve a punto de pensar en voz alta la mítica frase de Homer Simpson: me aburró!!). Además, se ve que nuestro guía era un poco religioso ya que no hacía más que alabar los templos, las obras… Curioso también es que mientras nuestro guía no comentó nada al respecto, algunos guías (de habla inglesa) si que hicieron bastante hincapié en el tema de la colonización y cuan negativo fue para la zona.

A la tarde-noche, visitamos las ruinas más importantes de la ciudad: Sacsahuaman, Qenqo, Pukapukara y Tambomachay. La visita la hicimos de forma escalonada, ganando altura poco a poco, para evitar que la gente sintiera el soroche, ya que alguna de las ruinas está cerca de los 4000 msnm (3762 msnm exactamente). Por cierto, si se va a visitar tanto las ruinas de la ciudad, como la de los pueblos de alrededor (excepto el Machu Picchu), hay que comprar el boleto turístico, que nos permite entrar en todos los recintos por 130 soles (70 si tienes carné de estudiante internacional).

Y así, sin darnos cuenta, llegó la noche (a eso de las 18:00) y finalizó el city tour. Conclusión: un tour guiado, está bien si tienes poco tiempo y 0 ganas de prepararte una ruta, sino, es algo de lo que se puede prescindir, ya que las visitas son con calzador (20 minutos aquí, 30 minutos allí…) y no siempre se le dedica el tiempo necesario a cada cosa, que es algo subjetivo, ya que a cada cual le puede interesar una cosa u otra.

A la noche, cena en un restaurante no muy lejano del hostal: una especie de empanadillas de jamón y queso, pero cubiertas con una masa de maíz; y un poco de alpaca (está muy rica y 0 grasas) junto a un zumo variado, antes de meterme en la cama.

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